Seguidores

domingo, 14 de septiembre de 2014

Tener alas.

Y estaba ahí, gritando muy fuerte. Estaba ahí presente y nadie se daba cuenta... "¿Por qué no me ven?" - Gritaba. Pero nadie me oía. No sentía mis pies. Caminé por aquellas calles, por cierto era una tarde de primavera, pero lluviosa. Sentía que no eran mis lágrimas las que caían de mis ojos, sino la lluvia. La lluvia que mojaba hasta el recuerdo más feliz, para ahogarlo en un río de tristeza. A mi me gustaba la lluvia. A mi me gustaba porque me hacía acordar a mi hogar, a mi ventana, a mi papá sentado a mi lado mirando la lluvia conmigo. Amaba el olor a tierra mojada. Adoraba ver a mi abuelo sentado, leyendo su diario, con la misma frase que repetía siempre cuando llovía "Cada año, las lluvias son más fuertes. En mi época no llovía de esta forma". Pero no era lluvia con recuerdos lindos. Esta vez, la lluvia venía para arrasar con mis buenos momentos. Odiaba a la lluvia...
Y estaba ahí, seguía gritando fuerte. Pero a nadie le importaba. "¿Por qué no se detienen a ayudarme?" "¿Acaso alguien me escucha?" - ya no eran gritos, eran sollozos. Sentía que me faltaba el aire, que me costaba caminar. Dentro de mi mente, seguía sumergida en el pozo. Necesitaba tener alas, salir volando. Necesitaba esa misma libertad que siente un pájaro, apenas deja el nido. Quería volar y volar, a muchos metros de distancia. No quería que mis pies estén pegados a la tierra. Yo quería volar. No quería entender, no quería saber. Quería escaparme de tanto miedo, de tanta tristeza. Quería tener alas...
Seguí caminando. Sentía que mi corazón latía cada vez más fuerte. Había voces que hablaban de cualquier otra cosa. Y me aturdían. Esas voces hacían explotar mis oídos...
No podía pensar en otra cosa. Me sentía culpable si escapaba. No podía dejarlos en ese lugar, los tenía que llevar conmigo. Y entonces recordé lo que estaba evitando recordar. Recordé sus caras, sus ojos, sus manos, que uno por uno, fueron soltando las mías. Se alejaron de mi, los miraba y no lo entendía. Los miraba y sentía que ya no los veía. Y en ese momento, los escombros en el suelo se tiñeron de rojo. Y yo tenía miedo, estaba confundida. No entendía. No encontraba una explicación."Estoy sola" Pensaba, sintiendo que mis labios pronunciaban aquellas palabras sin quererlo. No podía hacer más que llorar. No podía hacer más que horrorizarme y llorar. Escuchaba esos ruidos, esos que a mi me asustaban desde chiquita. Escuchaba que se aproximaban. Necesitaba correr, necesitaba irme. Y así fue, corrí lo más que pude. Corrí con todas mis fuerzas. Y esa noche no dormí, esa noche me quedé en una plaza, con un perro a mi lado, que parecía disfrutar de mi compañía, tanto como yo la de él. 
No pensaba en otra cosa aquella noche. Sentía que mi vida se había transformado en un pozo lleno hasta el borde de decepciones, bronca, rencor, dolor... Esta última palabra siempre me daba un cierto miedo. Porque hace muchos años, mi vecina falleció por un dolor que le caló todos los huesos. Por culpa de un dolor físico. Y yo tenía miedo. ¿Y si me pasaba lo mismo? O peor aún; pensaba en lo que pasaría si lo que me condenaba no era un dolor físico, sino del alma, y que nunca sanaría. No quería que él gane la batalla, quería ganarlo yo. No iba a permitir que se interponga en mi vida, no quería vivir dominada por ese dolor que llevaba en mi pecho, quería ser libre.
Así había pasado mi noche. Pero aún continuaba recordando, caminando sin un destino. Caminaba y observaba. Caminaba y me asustaba. Caminaba y no entendía. Caminaba, pero ya no gritaba. Al recordar el por qué había terminado caminando por esas calles, ese día de primavera lluvioso, paré de gritar. Y caminé callada, impresionada. Jamás había visto gente tan fría. ¿Por qué me ignoraban? ¿Acaso no les importaba lo que me pasaba? Entonces lo había comprendido. A nadie le importaba lo que sentía. A nadie le importaba que yo sentía que iba a morirme. Toda esa gente no me escuchó o no me quiso escuchar. Y mientras caminaba, miré a muchas personas a los ojos, esperando que se dieran cuenta de que algo no iba bien. De que alguien estaba esperando que le den una mano. Los miré y sólo dos me devolvieron una mirada, la primera persona, me devolvió una mirada cansada, lo sabía porque lo vi en sus ojos. Lo sabía porque recordaba a mi mamá deseándome buenas noches cuando me iba a dormir. Ella tenía esa misma mirada. Y yo durante el día la veía muy ocupada, siempre haciendo cosas. Quizás por eso estaba cansada, nunca le pregunté.
La segunda mirada, fue una mirada muy fría. Una mirada que me heló todo el cuerpo. Una mirada que con ella llevaba desprecio, rechazo. Una mirada que me inspeccionó en un segundo. Una mirada, que fue casi como un espejo, donde me pude ver, con la cara, el pelo y las manos sucias. Me vi con la ropa manchada y rota. Asustada, con dolor. Lo que no pude ver es el por qué. Quería encontrar en sus ojos, la respuesta. ¿Por qué no me ayudó? ¿Por qué no se detuvo aunque sea un momento? 
Cerré los ojos, comencé a sentirme mareada. Volví a abrirlos y todo me daba vueltas. Sentía que estaba perdiendo la conciencia. Lo único que vi antes de cerrar los ojos, fue una mano que me tocó la frente, mientras, gritando, pedía ayuda. Me desvanecí y me sostuvo en sus manos como si fuese un bebé.
Y ahí estaba yo, volando por el cielo. Me crecieron alas, y volaba. El cielo era azul. No llovía más. No escuchaba ya el ruido de las bombas y de los disparos. Ya no existía ninguna guerra. Y podía ver a mi mamá, mi papá y mi abuelo vivos, como los quería recordar, volando conmigo...


jueves, 5 de junio de 2014

La verdad

Personalmente aprendí a no fiarme de palabras sin patas ni cabeza. Aprendí a intentar descubrir eso tan parecido a mi verdad, ya que la de todos no existe. No hay verdades únicas a las que todos crean correcta. Cada quien lleva su verdad dentro, y es imposible que todos coinsidamos en una misma verdad. La palabra verdad, habla de algo correcto, de algo verdadero y certero. ¿Quién es lo suficientemente sabio como para determinar cuál es la verdad y cuál es la mentira? ¿Quién es lo suficientemente conocedor de todo el mundo como para determinar una misma realidad? Todos vivimos en distintas realidades. Hay, quienes con sus bolsillos llenos, miran el mundo con desaprobación y algunos hasta con desprecio y frialdad. Hay quienes conformandose con un pedazo de pan ven al mundo totalmente agradecidos... Ahora, si damos vuelta el asunto, también podría decirse, que hay quienes disfrutan de todos los lujos y dan sin pedir nada a cambio, dan porque saben que tienen y que harían feliz al prójimo. Y también hay gente que no tiene nada y malgasta su vida ya que le parece inutil vivir. ¿Por qué no? También existen puntos intermedios y considero a la verdad una calecita que da vueltas y que nos permite ver distintos puntos de vista, distintas realidades.
Un día la raza humana apareció en el planeta para convivir, para sobrellevar la especie, para multiplicarse y para pensar. Obvio, "pensar" cada cual a su manera y en su entorno. Pensar va más allá de los pensamientos que podamos tener sobre algo. Pensar es razonar, es preguntarnos el por qué del mundo. El por qué estamos acá. A nadie le interesa formar parte de la nada misma, todos queremos conocer y lo más importante, saber... Saber de dónde venimos, para qué estamos, por qué estamos, por qué las cosas no fueron diferentes, por qué pensamos, por qué sentimos, por qué actuamos como actuamos.
No hay persona que sepa más, o persona que sepa menos. No hay inferiores ni superiores. Nos basamos en una organización que viene desde los principios para armonisar un caos difuso entre hombres distintos, entre sentimientos, sensaciones, pensamientos y emociones distintas. 
Sentimos para pensar, pensamos para crear día a día una realidad alternativa que nos responda todas nuestras preguntas. Vivimos para adaptarnos a la poca información que manejamos, llenos de incertidumbre, algunos, conformándose con su propio pensamiento.
La mente es como un globo, si no lo llenamos de preguntas, nunca va a inflarse y salir volando. Y lo que queremos es eso, es esa vista panoramica del mundo, de nuestra totalidad. Es querer ver todo de arriba y entender cada cosa que vemos. Entender el por qué y para qué de todo lo que hacemos, decimos, pensamos y sentimos. Tenemos que preguntarnos, día a día, creando nuestras propias verdades, que al fin y al cabo, sólo son puntos de vista, siempre teniendo en cuenta que nuestra verdad no es una verdad. Nuestra verdad es un invento para conformarnos, para no estar por estar, si no que para sentirnos útiles. Para sentir nuestro peso en el mundo. Para creer que es importante que estemos acá. Para creer sin medidas en nuestro pensamiento. Para pisar firme. Para no caernos en el abismo.
La verdad no es más que un reflejo de nuestra duda. La verdad es nuestra realidad, sólo la nuestra, que no incluye a nadie más que a nosotros mismos. La verdad, es simplemente eso que otros llaman "respuesta", una respuesta aceptada por la mayoría que se transforma en una verdad única en la cabeza de los que ignoran a la minoría.
Es por eso nos preguntamos. Es por eso que no hay verdades absolutas. Es por eso que existen realidades alternativas. Es por eso que día a día buscamos una respuesta a todo lo que somos y en dónde estamos. No quiere decir que éste sea el punto de vista de todos, esta es mi verdad.Y considero, dentro de mi verdad, que la única verdad que existe es "la pregunta".

domingo, 25 de mayo de 2014

Apnea


Cabe un siglo en este martes por la noche. Dueles más que el peor dolor que se inventó. El espejo lanza dardos de reproche. Hoy empieza lo que ya se terminó... 
La esperanza se tiró por la ventana, el insomio se quedó a vivir aquí. El ayer lo dejó todo pa' mañana. Y el mañana, cuando esté, yo ya me fui.
No consigo respirar, hago apnea desde el día en que no está. Caigo hasta el fondo del mar, arañando la burbuja en que no estás. Imposible respirar, el oxígeno se fue de este lugar.
Te regalo esta canción desesperada. Desabrida como lunes por la tarde. Colapsado caigo al fondo y en picada y no tengo ni el valor pa' ser cobarde..

[Prisa de rendirse y claudicar. Descenso en espiral, profundidad. Amnesia de pelear por respirar. Deseo de rendirse en soledad. Oxígeno golpeando una pared. El pulso tropezando sin radar. Colapsa corazón a su merced, morir será mejor que recordar...]

jueves, 8 de mayo de 2014

Pasos a seguir para decir adiós.

Dicen que la vida no se vive de una manera organizada. No nacemos con una receta en la mano donde tenemos los pasos a seguir para vivirla. Cuando alguien que queremos o que nos importa ya no esta en nuestra vida y nos duele su ausencia, no encontramos respuestas ni sabemos lo que debemos hacer, o como deberíamos reaccionar ante la falta de una presencia que conformaba nuestra presencia también...
Hay un interrogante al cual nadie le encontró respuestas... ¿Hay vida después de la muerte? Filósofos, científicos, o simplemente personas día a día se cuestionan sobre este tema. No es fácil de responder. Nadie tuvo la oportunidad de morir y volver para contarnos lo que vió, lo que es. Si realmente no hay nada, si es un mundo oscuro y vacío, donde todo se termina. O si realmente vale la pena vivir si la muerte es mucho mejor y ciertamente se goza de una paz eterna. Nadie está enterado, todos viven con este "misterio" que es la vida misma en toda su magnitud.
En esta temática nos encontramos con algo muy cuestionado por su existencia, pero a la vez, es algo que nos mantiene con vida todos los días. Ese "algo" es la esperanza. Creo que una persona sin esperanzas, es una persona muerta. No existe la vida sin esperanza. Siempre estamos esperando algo; de los demás, de nosotros mismos, del entorno, de la felicidad, de las experiencias. Todos estamos vivos porque esperamos por algo más, porque vivimos por una razón. Porque esperamos al destino, al futuro. Porque queremos enterarnos que va a ser de nosotros. Porque queremos saber como acaba la historia. Porque sabemos que la primera regla a cumplirse es "vivir"... Pero ¿Vivir para qué? ¿Para subsistir? ¿Para morir? ¿Para aprender? ¿Por qué vivimos? o mejor dicho: ¿Para qué vivimos? Son interrogantes que se presentan cada vez que tocamos el tema de la vida. Si la vida no sería un misterio, no existiría la esperanza y sin la esperanza, no existiría la vida.
Partiendo de esta estructura, podemos entender que cuando nos toca decir adiós a alguien, puede llegar a ser menos doloroso. Existen intrucciones, las inventé para no llenarme de bronca. Las hice porque yo elijo vivir mi vida bien, porque yo elijo tener esperanza y elijo, frente a todo, aprender a no tenerle odio a lo que pasa, porque todo pasa por algo. 
Estos son los pasos para decir adiós:

1er Paso a seguir para decir adiós: Ese "alguien" que le daba un motivo más a nuestras vidas y a nuestra esperanza, se fue. Le tocó partir. Le tocó descubrir al fin, el gran misterio de la vida, para bien o para mal... Y nos imaginamos o nos recordamos en esa situación, nos llenamos de bronca, de odio. Nos enojamos con todos y con nosotros mismos por no haber hecho más. Por no poder hacer nada. Por no poder devolverle la respiración. Por no poder devolverle el brillo de sus ojos. Y su voz de repente se va de nuestra mente, y nos encontramos solos, y lo peor, sin respuestas. En este caso, hay que simplemente entender. El ser humano es el único animal que razona (aunque no el único que siente). Y como tenemos en nuestro poder el razonamiento, podemos darnos una respuesta y pueden ser distintas. "Porque eso es lo único que acabaría con el sufrimiento" "Porque somos seres finitos, tenemos un principio y un final" o simplemente "Porque así las cosas tienen que ser, es la ley de la vida". Lo único que necesitamos es sentirnos satisfechos con lo que opinamos. Defender nuestra idea de por qué las cosas suceden, es lo primero que tenemos que aprender como personas. No dejar que nadie domine nuestra mente ni nuestra alma. Pensamos y actuamos en función de lo que somos, lo que traemos inhatamente y lo que construimos y vamos a seguir construyendo.

2do Paso a seguir para decir adiós: Cuando al fin encontremos nuestra respuesta, tratar de no transformarla en negativa. Ya que la muerte no es algo negativo, porque se supone que tenemos esperanza y la esperanza es vista como algo bueno. ¿Por qué la muerte tiene que ser triste? ¿Por qué a veces nos preocupa más la falta que nos hace a nosotros ese alguien, que ese alguien mismo? ¿Por qué hay que basarse en el egoísmo? La forma en que canalicemos la ausencia habla de lo que somos y de lo que era ese ser para nosotros. No somos perfectos, podemos mil veces caer en el medio de miles de preguntas, de la bronca y de la duda. Pero hay que salir de ese poso y de una vez por todas mirar la luz, y no perder lo más importante, que es la esperanza y el sentido de la vida.

3er Paso a seguir para decir adiós: "Actuar para y en ejemplo de..." De los recuerdos, de los buenos momentos, de ese mismo alguien que tanto extrañamos y queremos ver. Quizás no solamente se trata de no ser egoístas, si no también se trata de mantenernos psicologicamente estables, que es lo que no todos pueden lograr. Llega a haber personas que se estancan tanto, que ya no encuentran el sentido de la vida o mejor dicho: no les importa. Y es importante pensar que siempre tiene sentido que estemos en este mundo, porque este mundo sin nosotros no sería igual. Todos venimos por algo y todos tenemos misiones que cumplir. Es por eso, que por nosotros, y por los recuerdos de aquella persona, tenemos que estar agradecidos con la vida todos los días, con nuestras oportunidades y nuestras luchas. Con nuestros problemas y nuestra paz. Con nuestros buenos y malos momentos.

4to Paso a seguir para decir adiós: JAMÁS DECIR ADIÓS... Es simplemente un "hasta luego". La esperanza nos permite imaginarnos un futuro, fuera de la vida, el cual nace del actuar para y en ejemplo de esa persona. Si somos capaces de extrañar, también somos capaces de esperar, de creer, hasta de saber. Muy dentro de cada persona se esconde su fé, su espiritualidad. Esa fé los empuja a hacer cosas simplemente por que sí. Nadie nos dice si volveremos a ver a los que se fueron, pero los esperamos, inconcientemente, para verlos cuando a nosotros también nos toque partir...
Y entonces, volviendo a la estructura anterior, podríamos decir que si las cosas malas no pasaran no habría fé, sin la fé no habría esperanza, y como dijimos anteriormente, sin esperanza, no habría vida.

sábado, 18 de enero de 2014

Color de Rosa.

Hoy, ahora, en este preciso instante paro el tiempo, paro el mundo, paro el reloj. 1:36 de la noche y no estás, no puedo verte. Pero decido encontrarte, decido buscarte y apreciarte en cada palabra que detallo, en cada frase que mis manos escriben dirigidas no por el cerebro, sino por el corazón. Y quiero parar este instante, quiero que sea eterno, que no avance. Quiero que mi pensamiento ronde en echarte de menos, en la falta, en la ausencia. Quiero que todo se vuelva rosa, las paredes de esta habitación, las letras con las que formulo palabras, las cortinas, el techo, mi alma, ¿Y por qué no el cielo?. Las cortinas, el mar, el chirriar de los grillos, mi cama, la mesa de luz, los recuerdos, la televisión. Todo teñido por ese color, quizás no convine, quizás ni siquiera me importe eso, pero lo quiero. Quiero tenerte presente. No olvidar. Rehusarme a abandonar esos recuerdos. ¿Por qué tengo que dejar atrás? ¿Por qué hay que estar con la frente en alto? Si quiero miro al suelo o a mis costados y te busco en cada rincón esperando encontrarte. Si quiero vuelvo atrás y te recuerdo cuantas veces se me antoje. Quizás estoy harta de las frases motivadoras, quizás es momento de poner los pies en la realidad y aceptar que la ausencia no se supera. No me importa en este momento si se aprende a convivir con ella o no. La respuesta es un "tal vez". Esta vez mi mente se centra en mis sentimientos, y todos ellos quieren que vuelvas. El amor, la impotencia, la ira, el extrañar, todo quiere que estés de nuevo. Quizás estoy harta del positivismo, cuando hay todo un mundo cayéndose a pedazos en sus narices y no se dan cuenta. Estoy harta de que hablen de valorar la vida, cuando hay gente buena en los hospitales muriéndose y otros drogándose terminando día a día con su infructuosa vida. Quizás estoy cansada de las publicidades meticulosas que llenan miles de cerebros cada día de distintos productos que riegan felicidad en un mundo con tantos deseos materialistas y tan poco corazón. Quizás estoy harta de la gente que finge, que miente, que lastima a cada paso que da. Estoy hasta el borde de los que creen que se llevan el mundo por delante, de los que no saben valorar. Y yo queriendo tan sólo 5 minutos de vos, verte, abrazarte, decirte cuánto te extrañé, cuánto te necesité. ¿Por qué tendría que superar lo que más felicidad le dio a mi infancia? ¿Por qué tendría que dejar atrás los últimos momentos con el ángel que me libró por unos cuantos años de ese mundo? Es que la pienso y veo otro mundo, otro espacio. La pienso y el mundo actual se me borra, escapo de él por un segundo. No es una escapatoria que me haga mal, al contrario, me fortalece. Vuelvo a sentirme feliz y con el sentido más claro de la vida. La pienso y viajo hasta donde ella está, la siento cerca. En ella encuentro mis momentos de paz, mis momentos en donde todo es color de rosa.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Esperanza.

A veces, tan sólo algunas veces cuando el silencio es el mayor ruido, cuando la única compañía es la soledad misma y cuando abundan esos ratos de incertidumbre, busco encontrarte: En el viento, en la luz que entra por la ventana, en esos pequeños espacios donde me reconforto...
Y te necesito, no sé si sabes cuánto, pero te necesito. Y tanto que hasta a veces pienso que la necesidad es el mayor signo de esperanza. Saber que quizás, en algún lugar, me enviarás un mensaje, una señal, algo que me mantenga con fuerzas para no necesitar encontrarte. Algo que me dé motivos de sobra para entenderlo todo y no implorar señales.  
Pero eso quiero, busco encontrarte y tenerte. Busco verte y cambiar el destino que nos separó por tanto tiempo. Quiero alcanzar al tiempo, ir hasta la última vez que te vi, y ahí detenerlo por siempre. Quiero subirme al primer tren que me lleve hasta donde estás. Quiero hacer hasta lo imposible por vencer todo lo que haya por vencer y ganar todo lo que la vida me hizo perder.
En esos momentos de desesperanza te pienso, te pienso con la mayor energía. Te pienso cerca y lejos. Cierro los ojos y trato de recordar palabras, momentos, gestos. Deseo que aparezcas, pero sólo veo lo que está a mi alrededor. Sólo siento frío y ganas de llorar. Sólo siento debilidad ante la vida, ante las situaciones, ante la gente indiferente que no entiende o no quiere entender.
Y te veo venir, te vas acercando. Guardo el miedo en un cajón y trato de no escapar, de no irme de ese momento. Y yo me quedo parada, viendo como te acercas. Te acercas tanto, que se me nubla la vista, no veo tu cara. Trato de caminar hacia donde estás, pero cada vez es más dificil. Mis pasos pierden firmeza y siento que me caigo. No veo nada, pero ya no te siento cerca. Lo único que veo es que se alumbra tu mano mientras se aleja de la mía que estaba extendida para agarrar la tuya... Mi mano queda sola en el aire, ya no puedo ver nada, es todo oscuridad.Y me veo otra vez sola. ¿Por qué te fuiste si prometiste estar siempre? ¿Por qué ya no puedo verte ni sentirte? Y ahi caigo de nuevo, siento sólo vacío y un frío que recorre mi cuerpo. 
Y cuando de nuevo caigo, es cuando vuelvo a sentir esa necesidad, esa gran impotencia de no poder hacer nada ya. De querer traerte a mi lado y que cada intento por desearlo, falle en una gran desepción por saber que jamás volveré a verte. Que jamás la niebla me permitirá ver tu cara, que jamás los ruidos que me vuelven sorda me dejarán escuchar tu voz. Todo intento es en vano y siento que nada tiene sentido pero luego... luego todo empieza de nuevo.
Cuando el silencio es el mayor ruido, cuando la única compañía es la soledad y cuando abundan esos ratos de incertidumbre, busco encontrarte. Y apareces como el sol para avisar que llegó otro día. Apareces como una sonrisa justo después de que cae la última lágrima. Apareces como la primavera para avisar que el invierno pasó, que puedo abrir los ojos y olvidarme del frío que sentí, de todas las tristezas, de todos los males. Vuelves para hacerme sentir de nuevo. Vuelves pero no para quedarte, sino para darme la esperanza de que la próxima vez si te quedarás.

martes, 22 de octubre de 2013

Ignorancia.

No me gusta lo que pasa a mi alrededor. Pero ¿qué se puede hacer para cambiarlo? Es duro cuando vemos a personas que sufren por algo. Personas sin salud, sin un lugar para vivir, sin tener los mismos derechos que nosotros... Y están ahí, y mirarlos nos molesta porque nos sentimos inútiles, sentimos que no podemos hacer nada al respecto para ayudarlos. Es todo tan difícil cuando se trata de la realidad.
Más allá de todo esto, tenemos que pensar que sólo conocemos una realidad, una parte de la absoluta. No sabemos cuántas cosas más, cuántas realidades peores o mejores hay.
¿Qué pasaría si tomaramos un fragmento de la realidad en la que vivimos? ¿Son más los que viven bien que los que viven mal? ¿Qué es vivir bien y qué es vivir mal? ¿Quién vive mejor: una persona multimillonaria, que jamás conoció el amor o una persona sin hogar, que conoce perfectamente lo que es sufrir a diario por que quiere algo mejor para sus hijos? ¿Cuál es el peor sufrimiento? Si todos sufrimos ¿quién dice qué es más y quién dice que es menos? Tantos interrogantes y tan pocas
certezas...
Cuando nos afecta algo, queremos que alguien lo note, que alguien venga y nos tienda la mano. Que alguien escuche lo que tenemos para decir, que alguien escuche nuestro grito interior. Que alguien se preocupe por lo que nos pasa y con su ayuda poder sentirnos mejor. Todos en el fondo queremos eso, ayuda. Pero cuando nos toca ayudar a nosotros, cuando vemos a alguien mal quizás es más fácil ignorarlos, no esforzarnos por ver si podemos solucionar algo, sólo importa lo que nosotros sentimos...
Es fácil echar culpas al viento  y que caigan en alguien. Es fácil mirar para otro lado. Es demasiado simple ignorar. Y ese es nuestro gran problema, elegir el camino fácil, pensar que esta
mos solos, que sólo nos importe lo que pase con nosotros mismos. A veces hay que mirar al de al lado, y tratar de estar en sus zapatos; tratar de ponernos en su lugar o por lo menos intentar entender su camino recorrido, lo que tuvo que pasar para llegar a donde está.
Si sólo entendieramos, que mientras todos dicen: "¿Para qué? Si nadie lo hace" Hay una sola persona que quiere intentar cambiar algo, lo que sea: una gran ayuda salvando la vida de una persona o simplemente tirar un envoltorio de un caramelo en un cesto de basura pensando en no seguir contaminando la tierra. Nadie entiende el mal que hace si pone su voluntad en la mayoría, si no piensa que una minoría está cansada de vivir ignorando, que está decidida en ayudar, en que por lo menos pueda terminar con un solo sufrimiento, y por supuesto, el peor: La ignorancia.